La retinopatía diabética es una complicación ocular grave asociada con la diabetes. Por eso resulta importante no solo conocer qué tipo de personas están en riesgo de sufrirla, sino también saber cuáles son sus síntomas para acudir al hospital en busca de ayuda especializada para empezar a recibir el tratamiento adecuado lo antes posible.
La retinopatía diabética es una enfermedad ocular causada por el daño que la diabetes provoca en los vasos sanguíneos de la retina, la capa de tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo. Este daño puede llevar a una hemorragia retiniana que conlleve una pérdida de visión significativa e incluso a una ceguera completa.
La enfermedad puede progresar sin síntomas en sus etapas iniciales, por lo que es crucial la detección temprana a través de exámenes oculares regulares en la unidad de Oftalmología del Hospital Sanitas La Moraleja. Además, mantener un control efectivo de la diabetes es esencial para prevenir o retrasar la aparición y progresión de este tipo de complicación.
Existen dos tipos de retinopatía diabética: no proliferativa y proliferativa.
La retinopatía diabética no proliferativa (NPDR) es la etapa inicial, donde los vasos sanguíneos de la retina comienzan a presentar signos de daño. A medida que avanza, puede progresar a la retinopatía diabética proliferativa (PDR), una etapa más grave.
En PDR, se forman nuevos vasos sanguíneos anormales en la retina, lo que puede llevar a hemorragias, cicatrices y, en casos severos, incluso al desprendimiento de la retina. Además, puede desarrollarse edema macular diabético, una acumulación de líquido en la mácula que afecta directamente a la visión central. El diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado son cruciales para prevenir la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión.
La NPDR se clasifica en tres niveles: leve, moderada y grave.
Estos cambios pueden ser detectados mediante un examen del fondo de ojo y requieren de un seguimiento y tratamiento más intensivos para prevenir la progresión a PDR.
La PDR representa la etapa más avanzada de la retinopatía diabética. Se caracteriza por la formación de nuevos vasos sanguíneos anormales en la retina y el vítreo, lo que puede llevar a hemorragias y cicatrices. Estos cambios pueden resultar en complicaciones graves como el desprendimiento de retina y la ceguera. El tratamiento para la PDR puede incluir terapias con láser, inyecciones intravítreas y cirugía vitreorretiniana, todos ellos métodos centrados en reducir el riesgo de hemorragias y preservar la visión.
La retinopatía diabética a menudo comienza sin síntomas notorios, lo que acentúa la importancia de solicitar exámenes oculares regulares con los especialistas en Oftalmología del Hospital Sanitas La Moraleja. A medida que avanza, pueden aparecer síntomas en el ojo diabético que no deben ignorarse.
La principal causa de retinopatía diabética es el daño a los pequeños vasos sanguíneos de la retina debido a los altos niveles de azúcar en la sangre.
Con el tiempo, el exceso de glucosa en la sangre puede bloquear, debilitar o hacer que estos vasos goteen o sangren. Además, la diabetes puede provocar la formación de nuevos vasos sanguíneos anormales en la retina, que son frágiles y propensos a sangrar, aumentando el daño retiniano hasta límites insostenibles para el ojo diabético.
La prevención de la retinopatía diabética se centra en el control de la diabetes y sus factores de riesgo asociados:
Es posible recurrir a varias pruebas médicas para diagnosticar la retinopatía diabética.
El tratamiento de la retinopatía diabética depende de la etapa en la que se encuentre la enfermedad, que a su vez está íntimamente relacionada con el momento en el que haya conseguido detectarse.
Estos tratamientos pueden prevenir una mayor pérdida de visión y, en algunos casos, mejorar la percepción visual de quienes padecen este tipo de afección.
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